Tener humedades en casa es un problema de lo más molesto, no solo desde el punto de vista visual, por las antiestéticas manchas que provoca en paredes, techos y rincones, sino porque puede acarrear problemas de salud por la proliferación de ácaros, moho, polvo y mal olor, por no hablar del coste de la reparación.
Una forma sencilla de minimizar los problemas de la humedad ambiental es teniendo buenos aislamientos, ventilando la casa diariamente y utilizando productos que vayan absorbiendo el exceso de humedad ambiental. El uso del aire acondicionado y la calefacción también nos ayudarán.
Saber los tipos de humedades que podemos tener nos puede ayudar a combatirlas o, directamente, evitarlas de forma sencilla y económica.
- Por condensación: se crea cuando hay un exceso de humedad en el ambiente. Cuando el aire caliente, cargado de humedad, entra en contacto con superficies frías (paredes, esquinas, marcos de ventanas, cristales…) el vapor presente en el aire se condensa y se convierte en agua y aparecen gotitas de agua en las superficies y están mojadas. Esto suele suceder por las noches, cuando la temperatura exterior disminuye y las ventanas y paredes se enfrían.
- Por filtración: se producen por deficiencias en el aislamiento de la casa o por el deterioro de muros y paredes, a través de las que se filtra la humedad exterior. Se generan mayoritariamente en zonas húmedas y en épocas de lluvias. También se pueden producir cuando hay inundaciones en el exterior o cuando una tubería revienta o pierde agua. Podemos detectarlo cuando se empiezan a ver gotas en el techo, manchas negras o moho que aparece en las esquinas.
- Por capilaridad: tiene lugar cuando entra agua por el subsuelo de la vivienda, por lo que la humedad va ascendiendo poco a poco hasta alcanzar muros y paredes. Las casas antiguas, mal aisladas o construidas con materiales permeables y porosos sobre terrenos húmedos son especialmente susceptibles de sufrir este tipo de humedad. Se detecta porque el suelo tiene siempre un aspecto húmedo y mojado o tiene moho.
Consejos para evitar humedades
- Debes ventilar diariamente las estancias de la casa, abriendo puertas y ventanas.
- No olvides revisar y cambiar los filtros de la calefacción y del aire acondicionado de manera regular.
- No debes meter prendas húmedas en armarios o cajones.
- Debes revisar cada tres años más o menos posibles fisuras en la fachada, ya que el agua puede introducirse por ahí.
- Revisa, también, las tejas y comprueba que estén bien colocadas.
- Vigila y limpia, al menos, una vez al año, canalones, bajantes y elementos de desagüe.
- Evita dar golpes al cerrar las puertas y ventanas, ya que se pueden ocasionar fisuras por donde se cuela el agua y la humedad. Si se produce alguna fisura, séllala cuanto antes.
Cómo eliminar el olor a humedad: paso a paso
Hay zonas de la casa más propensas a oler a humedad. Espacios normalmente cerrados o de poco uso que ventilamos poco, como sótanos, garajes, trasteros, armarios, cajones… Suelen ser también los primeros lugares en los que sufrimos problemas de moho o manchas de humedad.
En el caso de los armarios y cajones, el olor a humedad se pega a la ropa y los tejidos. Eliminar el foco de humedad, que suele ser un simple exceso de humedad ambiental, nos evitará muchos dolores de cabeza.
A continuación, te damos algunos trucos naturales para neutralizar ese olor:
- Sal marina: gracias a su poder absorbente, es una solución interesante para acabar con la humedad. Lo ideal es ubicarla en los lugares que más moho acumulan, en un cuenco, con bastante sal.
- Canela: al ser una especia tan aromática, ayuda a eliminar el mal olor, además de neutralizar una amplia variedad de microorganismos. Puedes usarla en polvo, en bolsitas de tela, o en rama, haciendo ramilletes.
- Granos de café: el aroma fuerte del café puede eliminar el olor a humedad con cierta facilidad. Puedes utilizar tanto granos de café tostado como molido en bolsas de tela.
- Zumo de limón: el olor a cítrico también neutraliza el olor a humedad. Mezcla el zumo de limón con agua en una botella con atomizador y rocía la superficie deseada. Luego retira el exceso con un paño seco.
- Con bicarbonato de sodio: en una palangana de agua fría, disuelve seis cucharadas de bicarbonato de sodio y con un cepillo suave frota toda la superficie del mueble. Luego, retira los restos con un paño mojado.
- Vinagre blanco: mezcla agua con vinagre (5 tapones de agua por cada uno de vinagre) y rocía el mueble con esta mezcla y retira el agua con un paño seco.