Limpiar a menudo los cristales de las gafas nos ayudará a un buen mantenimiento de estos, pero eso sí, debemos hacerlo de la forma correcta y no cometer errores que, además, favorezcan la aparición de las temidas rayas en los cristales.
¿Cómo limpiar unas gafas sin rayarlas? Consejos y técnicas efectivas
- El método más clásico y que nunca falla es con agua y jabón. Para limpiar las gafas, debemos seguir estas indicaciones:
- Lavaremos las manos para eliminar la suciedad y grasa que podamos tener.
- Pasaremos las gafas por el agua fría o templada, nunca caliente
- Frotaremos con jabón neutro de las manos toda la gafa, cristales, patillas o varillas y almohadillas de la nariz.
- Luego enjuagaremos bajo del grifo para eliminar bien el jabón y sacudiremos bien el agua.
- Secaremos con una gamuza especial de gafas o un trapo de algodón, siempre desde dentro hacia afuera.
- Spray limpiacristales de gafas y microfibras especiales.
- Rociaremos los cristales con el spray específico para limpiar gafas.
- Secaremos con la gamuza con movimientos circulares desde dentro hacia afuera.
- Toallitas húmedas para gafas, este método es una solución rápida para cuando no disponemos de acceso al agua y jabón.
- Nos debemos asegurar que sean toallitas específicas para gafas
- Limpiaremos de forma circular de adentro hacia afuera. Así eliminaremos polvo, huellas dactilares y suciedad sin dejar residuos en la superficie.
Errores comunes al limpiar gafas y cómo evitarlos
- No usar productos químicos a la hora de limpiarlas como amoniacos, lavavajillas, quita grasas o alcohol. Estos productos son demasiado agresivos para el cuidado de los cristales de las gafas y de las monturas, produciendo daños en estos.
- Usar tejidos que no sean de algodón para limpiar los cristales, ya que pueden rayarse.
- Nunca debemos usar ni servilletas, ni papel higiénico para limpiar o secar los cristales, pueden manchar, rayar o insertar restos de pelusa en la ranura entre el cristal y la montura.
- Tampoco debemos usar el vaho para limpiar las gafas. Ya que nuestro aliento nunca cumple la misma función que el agua y, además, es antihigiénico: la boca es el hogar de más de 700 especies de microbios, que van directo al cristal provocando desgaste.